Desde la Escuela
¿Cómo afrontar el dolor que produce una pérdida?
¿Qué podemos hacer cuando una muerte inesperada nos sorprende; cuando el dolor irrumpe en la escuela; cuando se piensa que más cerca de ella están los ancianos?
Cuando les toca asumir esa palabra a los chicos, cargada de temor, de sufrimiento, que separa lo tangible de lo que suponemos es el lugar donde habitarán ahora. A veces parece que nos encontramos con pocas herramientas para hacerle frente al dolor. Nos asaltan pensamientos como: “A mí no me prepararon para tratar este tema”. En esos momentos es valioso contar con más información, apoyarse en la experiencia de otros, buscar consuelo en forma conjunta, abrir un espacio para hablar, para reflexionar, proponer proyectos que surjan de la necesidad de cada grupo.
Ejemplos: creación de afiches, de grafities donde cada uno deje un mensaje expresando sus sentimientos, cartas, poesías, canciones, un trabajo solidario en homenaje a …, un video, charlas, reflexiones. Es importante elegir a alguna persona adulta como referente que pueda estar cerca del alumno o la división afectada para evitar la fragmentación, la superposición de tareas. Esto evita que cada maestro o profesor toque el tema en cada una de las clases, causando agotamiento en los alumnos y forzando a aquel docente que no se sienta preparado o en condiciones de trabajar el tema.
Esto permite un respiro a los alumnos y a los docentes pues se habilitan tiempos y espacios para tratar el tema, olvidándose por un rato del sufrimiento, refugiándose en los aprendizajes. Quienes trabajamos en educación hemos asimilado que el rol de la escuela no se limita sólo a transmitir conocimientos sino a acompañar, a contener, a estar cerca solidarizándonos ante el dolor.
Acompañar a un niño en duelo significa ante todo no apartarlo de la realidad que se está viviendo con el pretexto de ahorrarle sufrimientos. Aunque resulte muy doloroso y difícil hablar de la muerte con los niños, es mejor hacerlo lo antes posible, utilizando palabras sencillas y sinceras.
Explicar cómo ocurrió la muerte, hacerlo con pocas palabras. Ejemplo: “Ya sabes que … ha estado muy, muy, muy enfermo ( o si ha sido por causa de un accidente: quedó muy, muy herido), que en el hospital han hecho todo lo posible pero, a veces se está tan malherido que los remedios no lo han podido curar”. Animarlos a que expresen lo que sienten. Estar atentos a la aparición de algunos signos de alerta, como: llorar, rabietas, pesadillas, pérdida de peso, etc.
La escuela y la familia también deberán estar de acuerdo con el tratamiento de este tema para que juntos se ayude a sobrellevar el duelo lo mejor posible.
Aquí va mi recuerdo a Victoria, un angelito que pasó brevemente por el 6º grado de la escuela Nº 19 – D.E. 17.
Yolanda María Kuperman.
F.C. 323.552
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