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Revista mi Barrio

Periódico barrial de Villa Real y Versalles, barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La Legislatura y la solidaridad con el pueblo Palestino(Ramalha Qalquilia, Hebrón, Belén y los campos de refugiados)

abril 8, 2013

Julio RaffoPor Julio Raffo (Presidente Bloque Proyecto Sur en la Legislatura de la Ciudad) especial para Revista “Mi Barrio” y www.revistamibarrio.com.ar

 

Lamentablemente, muy lamentablemente, una sana y loable decisión de expresar solidaridad con el Pueblo Palestino y establecer lazos de relación regular entre nuestra Ciudad y ciudades palestinas sometidas por las autoridades israelíes de ocupación militar, que se inició el día 30 de marzo se desarrolla cuando la población de La Plata y de la Ciudad de Buenos Aires, fue duramente castigada por una tormenta cuyos efectos fueron tanto más graves por la insuficiencia e ineptitud de las autoridades ejecutivas que tienen a su cargo el prevenir ese tipo de calamidades y el adoptar las medidas de urgencia para proteger, con eficiencia, la vida de las personas.

Dicho eso, informo que la Misión a Palestina realizó una visita a la Ciudad “getho” de Qalqilia con la cual la delegación de la Legislatura (CABA) formalizó la firma del protocolo de cooperación cuya tramitación se había ya concluido..

Esta ciudad, poblada por palestinos refugiados a raíz  de la partición de 1948 y de os palestinos que la habitan desde los tiempos bíblicos. Originariamente tenía  27 Kmts cuadrados, superficie que sufrió dos grandes reducciones, la primera reducción en 1948 fue generada por el resultado del conflicto y la creación del Estado de Israel, la segunda fue consecuencia de la guerra de os Seis Días y la ocupación de la  Cisjordania por el ejército israelí, ocupación que se mantiene hasta nuestros días. Hoy Qalquilia tiene  50.000 habitantes encerrados en 4.5 Kmts cuadrados y ha sido rodeada por “asentamientos” de colonos israelís, los cuales se establecen en el lugar en sólidos edificios construidos en terrenos palestinos bajo la protección del ejérc ito, y que cuentan con accesos al Estado de Israel o a la Jerusalén ocupada (y “anexada”) por medio de carreteras exclusivas. A la fecha los llamados “colonos” que, en los hechos ejecutan una política de ocupación colonial del territorio, han establecido 19 “asentamientos” que tienen una población de 50.000 ocupantes.

Como si ello fuera poco Qalquilia ha sido rodeada por un muro de 8 metros de alto, cámaras de control y torres para personal militar, muro que garantiza el apartheid que les es impuesto a los palestinos el cual los aísla del resto de las poblaciones palestinas y, especialmente, del resto del estado de Qalquilia (de 100.000 habitantes) y de sus familias. Esta Ciudad contaba con  varias rutas de acceso, pero sólo una puede ser usada por sus habitantes puesto que el resto son exclusivas para el ejército israelí.

Los palestinos de Qalquilia no pueden salir de su ciudad sin obtener un permiso previo de la autoridad israelíes, las cuales pueden denegarlo sin tener que dar explicaciones por ello y su acceso al agua que necesitan diariamente depende d la autoridad militar israelí.

Cuando el grupo argentino –integrado por senadores y diputados de la Provincia de Bs. As., por periodistas, dos sociólogos y cuatro legisladores de la Ciudad[1] llegó al puesto de control, un soldado armado con una ametralladora subió al ómnibus, nos observó ligeramente y le pidió algunas explicaciones al responsable local del viaje. Hecho eso nos permitió ingresar a la ciudad. Durante el procedimiento vinieron a  mi memoria las “pinzas” de la dictadura.

A la entrada de Qalquilia, como en la del resto de las ciudades palestinas “Clase A” (o sea sujetas a la autoridad palestina local) llama la atención un enorme cartel rojo que, en hebreo y en inglés dice: ”Se advierte a los ciudadanos israelíes que ingresar a este lugar es un delito de acuerdo con las leyes de Israel”

El Alcalde de Qalquilia –el Brig. General Rabbeeh Khandaqji- firmó con nosotros el acuerdo de cooperación y nos agradeció, muy emocionado el que hubiéramos ido, por cuanto se sienten, y verdaderamente están, muy abandonados por la comunidad internacional. No entienden, nos dijeron, que estando sufriendo un apartheid análogo al que regía en la Sud África racista, el mundo guarde un significativo silencio. Y tienen razón.

Al día siguiente nos enteramos de que, en una cárcel israelí, había muerto Maysara Abuhamdieh, un general de la OLP que padecía un cáncer avanzado y terminal, cuyos familiares habían solicitado su traslado a su hogar para que pudiese morir junto a su familia, pero las autoridades israelíes habían denegado esa petición. Fuentes oficiales palestinas denunciaron que el cáncer de Maysara no había sido tratado médicamente. Esta noticia genero protestas en toda Palestina. Yo tuve oportunidad de asistir a una de ellas en las calles de Ramalhah

Dos días después, en sus funerales en Hebrón, se generó un incidente durante el cual los soldados israelíes mataron a dos jóvenes palestinos. El diario israelí Haaretz informó que uno de ellos tenía los impactos de bala en la espalda.

Al otro día debíamos ir a Hebrón a formalizar con su alcalde palestino un acuerdo de cooperación análogo al que firmamos en Qalquilia, y allí comenzó un operativo disuasorio para que suspendiéramos ese encuentro. Bajamos de nuestro ómnibus, para recorrer barrios de la Ciudad vieja de Jerusalén y en él quedó descansando una compañera de la Provincia de Buenos Aires –Carmen Parente-. De pronto ella fue sorprendida por una persona trajeada que, sin explicación alguna, la obligó a bajar y a subir a un automóvil, en el cual había otras personas y fue trasladada a una “oficina” de la cual no se le permitía salir. Aproximadamente una hora  después la llevaron al ómnibus, en el cual se habían manipulado todas nuestras valijas y b olsos, que aparecieron amontonados en la parte posterior y una de las valijas guardada en el compartimento de abajo apareció en los asientos. Hasta ahora recibimos varias y contradictorias explicaciones.

Por los hechos de violencia en Hebrón no faltó quién nos aconsejara “no ir”, lo cual, objetivamente, implicaría una declaración de temor y, también, un retroceso en la solidaridad que surgiría de la firma del protocolo de cooperación que debíamos firmar con su alcalde en la circunstancias tan particulares. Funcional con esa política sionista de aislamiento de la causa palestina fue quién, desde una publicación en Bs. As., nos incitó a regresar para que nos sumáramos a los trabajos a favor de las víctimas de la inundación, como si la presencia de tres legisladores ya seis días después de la inundación, fuese tan imprescindible que justificase el frustrar la  firma de protocolo con Hebrón justo en el momento en que le acababan de matar a dos de sus ciudad anos en razón de la protesta por la muerte en la cárcel de Maysara.

No atendimos ninguno de esos consejos, fuimos a Hebrón, vimos los muros del apartheid y los “asentamientos” ilegales, firmamos el protocolo y le transmitimos al Alcalde –Prof. Dr. Daoud I Zatari- y al Pueblo Palestino nuestras condolencias y nuestra solidaridad frente al crimen cometido por el ejército israelí. Ahora nos resta ir a las ciudades palestinas de Belén y de Jericó, también sometidas al apartheid, a la usurpación de sus tierras, y a las restricciones a sus Derechos Humanos por parte del ejército israelí.[2]

Somos portadores de una invitación formal al Alcalde de Jericó para visitar nuestra Ciudad y nuestra Legislatura y percibimos que, en las actuales circunstancias, los palestinos valoran mucho y necesitan este tipo de gestos de amistad.

[1] Rocío María Elena Naddeo, María América González, Rocío Sánchez Andía  y yo

[2] Nuestra amiga y compañera Rocío Sánchez Andía resolvió regresar antes de que sucedieran los hechos que menciono, por lo cual su decisión no pudo ser contaminada por ellos. El agente funcional al sionismo que “sugirió” nuestro inmediato regreso es un Sr “De Filippo” que fue legislador y ahora trabaja en la legislatura.

 

 

 

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