Revista mi Barrio

Periódico barrial de Villa Real y Versalles, barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las diosas griegas y la agricultura

noviembre 25, 2014

640px-Deméter_tipo_Madrid-Capitolio_(Museo_del_Prado)_01El pueblo griego que fue uno de de los primeros en crear mitos para entender e interpretar  todo aquello que rebasaba las dimensiones humanas y que a sus ojos les resultaba inexplicable. De acuerdo a sus necesidades  y al grado de desarrollo de cada época, se enriquecían  o se modificaban.  De estos mitos orales deriva la leyenda escrita.  Los griegos, con su poderosa imaginación crearon seres supremos, los dioses,  que gobernaban el universo y determinaban el destino de los hombres.  Estos dioses constituyeron el objeto de su adoración y sus actos divinos sirvieron a los hombres como guía para la elección de un destino virtuoso.

 

El Monte Olimpo, la montaña más alta de Grecia, era la morada de los dioses desde donde ellos podían vigilar a las criaturas del mundo.  Zeus era el padre de todos ellos. Tuvo muchas esposas. Una de ellas fue Deméter, una de las más antiguas del panteón griego,  la gran diosa de la agricultura. Tal como se desprende de su nombre Di: tierra y Miter: madre. Ella era responsable  de la fertilidad de la tierra, protegía los cultivos, especialmente el trigo. Sus atributos son la espiga, el narciso y la adormidera. Fue adorada por las primeras tribus agrícolas. Sus santuarios más antiguos se fundaron en zonas  rurales de difícil acceso. La diosa Deméter fue quien le regaló a los hombres los frutos de la tierra y los  protegía de  todos los trabajos agrícolas. Durante la cosecha  y la trilla se celebraban fiestas donde se le hacían grandes honores. Su fiesta más importante era la llamada Thesmoforía, que se llevaba a cabo en otoño, en el período de la siembra.
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El mayor don de Deméter a los mortales era el culto del trigo. Los lugares donde proliferaba este cereal era Eleusis, Sicilia, Creta, Tracia y el Peloponeso. De acuerdo a la tradición, la diosa encargó a un héroe de Atenas, Triptólemo, que difundiera el culto al trigo. La diosa le dio un carro tirado por dragones alados y lo mando a recorrer el mundo conocido, sembrando granos de trigos, enseñando a los campesinos los métodos de cultivo, las herramientas de la siembra y la trilla.

 

De acuerdo al mito, Deméter había tenido con Zeus una bellísima hija llamada Perséfone, que deslumbró al Dios del Mundo Subterráneo, Hades (Plutón), quien decidió robársela y llevársela a su oscuro reino. Eso ocurrió un día que ella jugaba en una florida pradera. Vió un narciso de belleza incomparable, lo quiso cortar, se le abrió la tierra y desapareció en los brazos de Hades. Asustada empezó a gritar tan fuerte que la escuchó su madre Deméter, quien abandonó el Olimpo. Agobiada  por su enorme tristeza, se transformó en una  vieja,  recorrió los campos en busca de su hija, sin comer, beber ni bañarse. Por su estado, los campos se secaron, las flores se marchitaron y los frutos se pudrieron. Los dioses temieron por el futuro de la humanidad. Deméter estaba tan irritada que decidió no volver al cielo y quedarse en la tierra, abdicando su función divina, hasta que apareciera su hija.

 

El voluntario destierro de Deméter alteró el orden del mundo, por lo que Zeus intermedió para que volviese su hija. Su secuestrador, Hades, le hizo comer a Perséfone un  grano de granada con lo cual rompía el ayuno y quedaba atada, obligándola a pasar cuatro meses al año junto a él. Perséfone volvió con su madre e inmediatamente empezaron a florecer las plantas y los campos se llenaron de semillas y frutos. La tierra reverdeció dando frutos durante ocho meses, tiempo que Perséfone permanecía con su madre, que volvió a ocupar  su puesto en el Olimpo. Los cuatro meses restantes, bajaba al mundo de Hades, creando las fuerzas subterráneas que más tarde permitirían la fertilidad  de los suelos. La granada que Hades le ofreció a Perséfone simbolizaba la fertilidad de los campos, la unión de la semilla con la tierra. Entonces,  Perséfone dividió su tiempo: con su madre en primavera, verano y otoño y con Hades en invierno.

 

Cuando la cultura griega fue absorbida por el  Imperio Romano, èste  cambió los nombres de sus dioses y Deméter pasó a llamarse Ceres.  La palabra cereal, deriva del latín, de la diosa Ceres, relativo al trigo o el pan. También deriva las fiestas romanas, cerealias, en honor a la diosa, que se celebraban para pedir su protección.

La palabra trigo deriva del latín Triticum. En algunos documentos aparece como tridicu, tridico, tridigo. La evolución fonética  fue trídigo, tridgo, trigo.

 

El agro griego,  conserva actualmente un papel importante en la economía, en una tierra cultivable con propiedades excesivamente parceladas. Logra sus principales producciones con los cultivos  de cereales, olivos, viñedos, tabaco, algodón, remolacha azucarera, duraznos, etc. La agricultura siempre ha sido natural y orgánica. Las verduras y frutas constituyen la base de la saludable comida griega junto a su afamado aceite de oliva. El cultivo requiere un regadío apreciable, que el gobierno provee en forma gratuita, a través de canales, utilizando los ríos cercanos o por extracciones subterráneas.

 

En el mundo actual, donde existen técnicas agropecuarias de avanzada y donde todo está racionalmente calculado, es interesante traer al presente estas formas míticas de comprender la naturaleza, donde las diosas influyeron notablemente en las creencias de los antiguos habitantes de la Grecia clásica. Nos cabría la pregunta ¿que espacios estarían ocupando, Deméter y Perséfone, en nuestros días?

 

Susana Boragno

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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