La Avenida General Paz
La Avenida General Paz surge cuando la provincia de Buenos Aires le cede a la Capital de la Ciudad de Buenos Aires los Partidos de Flores, Belgrano y parte de San Martín para el ensanche de su territorio. Le exige a las autoridades nacionales, que para separar ambas jurisdicciones debe construir un boulevard de 100 metros de ancho, dentro del territorio cedido (Artículo 6º de la ley Nº 2089, 1887). La ley 4506 (1904), declaró de utilidad pública las tierras de su trazado. Dentro de un marcado carácter rural, se hicieron las mensuras, los deslindes y posteriormente se amojonaron en todo su recorrido. Salvo algunos caminos de salida para el interior del país no había calles, eran sendas, zanjas que dividían el parcelamiento de las propiedades. En el plano de Chapeaurouge (1890) se puede observar toda su traza. En la zona sur, se ve claramente que el deslinde coincidía en buena parte con los herederos de la Estancia “Los Tapiales” en el Partido de la Matanza, adquirida en 1808 al ingeniero agrónomo Martin J de Altolaguirre por Francisco J. Ramos Mejía. Este establecimiento contaba con buenas arboledas y cercos. Había plantaciones de membrillares, olivos, sauces, etc. En el comienzo del siglo XX sus herederos se dedicaban a la cría de caballos de pura sangre y a vacunos Shorthorn, descendientes del famoso toro Tarquino. Avanzando hacia el norte cruzaba chacras y quintas. A la altura de Liniers, la Capilla y Colegio de Monjas de las Hermanas del Divino Salvador (1875) estaban justo en el diseño de la arteria, edificios debieron reubicarse donde está actualmente la Iglesia de San Cayetano. En la zona de Ciudadela se registraban muchas quintas de verduras, como la de Sambucetti, que mandaban su producción al Mercado de Abasto. Otras propiedades que se visualizan en el plano son las de Manuel Lynch que se dedicaba a la agricultura.
La Avenida sesgó las tierras y parte de ellas dieron origen al Barrio de Villa Devoto. Más adelante se encontraba la Chacra de Luis M. Saavedra, sobrino del prócer, y un apasionado hombre de negocios agropecuarios. Tenía una superficie de 360 hectáreas y una estable población rural. La traza la fragmentó en diagonal en partes iguales para provincia y capital. La Avenida bordeaba el casco evitando con un suave desvío, las construcciones existentes entre las que se encontraba un típico palomar. Las cunetas de desagüe serpenteaban el terreno esquivando la destrucción de la antigua arboleda, que era variada y armoniosa. La chacra estaba alambrada con tres y cuatro hilos de hierro y con postes de eucaliptos. Contaba con malacate, corral para hacienda, vacunos mestizos Durham, lanares Rambouillet, yeguarizos, caballos de tiro y silla, etc. En esta zona, el proyecto de la traza tuvo que resolver el doble cruce del Arroyo Medrano. Ya en dirección al Río de la Plata, la Avenida coincidió en partes, con la división de las propiedades de esa zona. La longitud total de la Avenida era de 24, 3 km y la cruzaban otros dos arroyos más: el Cildañez y el Maldonado.
Debieron pasar varios años para que se concretara su construcción. Fueron muy conflictivas las expropiaciones que en un comienzo las realizaba la Municipalidad.
Se aceleraron los trámites cuando se creó en 1932 la Dirección Nacional de Vialidad.
Para entonces surgen dos instituciones creadas para defender los derechos de los propietarios linderos: Los Amigos de la Avenida General Paz y la Junta Pro-Apertura Inmediata de la Avenida General Paz. Ambas sociedades destacaban los beneficios y el progreso que significaría la concreción de las obras aunque no coincidían en los criterios de cómo debían ser la vía cintúrica.
La Junta no estaba de acuerdo con el proyecto de construir una avenida puramente arbolada. Proponía ubicar en la faja central, viviendas de carácter social: escuelas, salas de vacunación, maternidad, jardines de infantes, lugares para descanso para los transeúntes, destacamentos de bomberos, puestos de policía, clubes de tenis, básquet-ball, etc. Estas concesiones debían quedar caducas a los 30 años, sin costo alguno, para dar mayor amplitud a la Avenida.
Finalmente en diciembre de 1934 se aprueba la Ley Nº 12.134 que le da el marco legal para su construcción.
El proyecto definitivo cumplió en parte las expectativas de los vecinos: calzadas para automóviles, puestos de policía, sendas para jinetes, ciclistas, 15 playas para juegos infantiles a ambos lados de la Avenida. Acompañaron a estas playas unas Casitas alpinas imposibles de olvidar, quizás sea el recuerdo más vivo que tengamos presentes aquellos que la disfrutamos. Eran las “Casas para Cuidadores Jardineros” quienes las habitaban junto a sus familias. Estaban encargados de cortar el césped, podar y mantener en condiciones los juegos. El vecino Juan C. Valente recuerda el concurso anual que elegía la mejor Casita. Para los chicos estas Casitas de ensueño eran hermosas. Miles de historia de hadas y duendes cruzaban nuestras mentes infantiles… la ilusión de ver aparecer a Blancanieves y los 7 enanitos…a Bambi o a Heidi.
Muchos creen que todavía queda alguna, pero es sólo un deseo, hoy ya no están:
(…) No me busques…fui una de las tantas Casitas que decoraban la Avenida General Paz. Aquí venían los chicos a jugar, era feliz viéndolos subir al tobogán, al subibaja, a las hamacas o paseando en caballito. Cuando la ampliaron…molestaba…entonces me voltearon estando de pie. Quedé esparcida en escombros…nadie pensó en preservarnos, aunque sea solo una…para la memoria. Se que esta imagen te trae mi recuerdo…a tantas novias y novios que se retrataron conmigo. Estoy en tus sentimientos…pero ya lo sabes…ninguna de nosotras estamos de pie. No me busques…y aunque en la foto esté muy deteriorada, solo disfruta contemplándome!!!
Susana Boragno
Cantidad de Caracteres 5823