Celebremos el Bicentenario de la Independencia
El 24 de marzo de 1816 una salva de 21 cañonazos anunció al público la apertura del Congreso en Tucumán. Los diputados debieron viajar desde lugares alejados. La Mensajería La Pobladora ofrecía: “de Buenos Aires a Tucumán en apenas un mes en cómodas sopandas con ruedas debidamente amortiguadas…”. Otros cubrían las distancias a caballo en largos galopes, en mula, en fatigadas diligencias o en las pesadas y tediosas carretas tiradas por los bueyes. Iban en posta y posta, durmiendo a veces al sereno, bajo las estrellas. y en un clima frío. Circulaban por caminos a veces intransitables en un país interminable.
Era un grupo pequeño dispuestos a cambiar la historia.. No era el momento más oportuno porque esos pueblos distantes estaban amenazados por todas partes. Los unía el sentimiento criollo, la lengua y la fe religiosa, elementos aglutinantes y solidarios.
San Martín estaba en Mendoza preparando el ejército para cruzar los Andes y liberar a Chile y luego a Perú. Le escribe al diputado por Mendoza, Godoy Cruz: “por lo más sagrado le suplico hagan cuanto esfuerzos quepan en lo humano para asegurar nuestra suerte”… Hasta cuanto esperamos declarar nuestra independencia (…) ánimo, para los hombres de coraje se han hecho las empresas ¡
El martes 9 de julio se iniciaron la sesiones a las 8 de la mañana, durante 9 horas se deliberó. Hubo conversaciones, transacciones, consensos. Por la tarde el secretario J.J. Paso preguntó a los diputados si querían que las Provincias de la Unión sean una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópolis. La respuesta fue una unánime aclamación afirmativa. Después de la pregunta cada uno votó formalmente y se redactó el Acta de Declaración de la Independencia. Luego se le agregó “libre e independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli y de toda dominación extranjera…”
Fue el comienzo del orden, de la armonía para lograr la unión de las partes enfrentadas. Cerró el ciclo histórico iniciado el 25 de mayo de 1810, por el centralismo porteño y el 9 de julio, que fue un gesto de acercamiento a las provincias, realizado con espíritu federal.
El pueblo salió a la calle para festejar el gran acontecimiento hasta altas horas de la noche. El 10 de julio, se organizó un baile da gala en la Casa de Tucumán, donde elegantísimas damas y caballeros bailaron minué hasta el amanecer.
El Congreso dispuso imprimir 3000 ejemplares del Acta, 1500 en castellano, 1000 en quechua y 500 en aymará para que todos puedan leer y entenderlo.
Los abnegados chasquis fueron las gacetas ambulantes llevando la noticia. No hubo para ellos tormentas, malones, aguaceros ni largas distancias para llevan la noticia de la Declaración de la Independencia.
Desde Córdoba San Martín le escribió a Godoy Cruz: ha dado el Congreso el golpe magistral con la Declaración de la Independencia…
Los cielitos eran bailes y canciones simples, muy populares en el siglo XIX. Bartolomé Hidalgo escribió muchos cielitos homenajeando a distintos hechos históricos. Sus restos descansan muy cerca, en la Iglesia Nuestra Señora Del Buen Viaje en la localidad de Morón.
Cielo, cielito y más cielo
Cielito, siempre cantad
Que la alegría es del cielo,
Del cielo es la libertad.
Hoy una nueva nación
En el mundo se presenta,
Pues las Provincias Unidas
Proclaman su Independencia.
Cielito, cielito festivo,
Cielo de la libertad,
Jurando la Independencia
No somos esclavos ya.
HOY COMO HACE 200 AÑOS, CELEBREMOS POR LA PATRIA, TODOS
UNIDOS, EL BICENTENARIO DE LA DECLARACIÓN DE LA
INDEPENDENCIA.
Susana Haydee Boragno