Un Barrio del Oeste
Dicen que era un sábado muy luminoso de 1857 cuando «La Porteña» arribó a Floresta en su viaje inaugural. Dicen también que ese nombre lo tomaron de un pequeño kiosco que había en esas tierras que entonces eran quintas donde se labraba la tierra. Los años pasaron la célebre locomotora es un bello recuerdo y sobre aquellos antiguos caminos de tierra se abrieron las calles del barrio. En la Avda. Gaona está el llamado Corralón de Floresta. Hace más de treinta años que ese sitio de importantes dimensiones estaba abandonado . Fue causa para que los intrusos utilizaran los galpones con destinos inciertos y hasta para «dormitorio de indeseables». Estaba librado a su suerte y sólo la tenacidad de la gente del barrio logró su recuperación.
Alcanzaron su cometido y el Gobierno de la Ciudad pondrá en valor el predio donde se levantará un Centro Cultural, conservando algunos de sus antiguos materiales. No faltarán quienes recuerden , tal vez a través de sus padres o sus abuelos que su primer destino fue para el trabajo honesto. Alli se guardaban las chatas con las que se recogía la basura. Devenido el transporte en camiones, tuvo esa finalidad hasta finales de los años setenta. Dicen que también fue refugio de los vecinos, cuando el arroyo Maldonado que corría a escasos metros y hoy discurre debajo de Juan B. Justo inundaba sus humildes casas. Una gran mayoría eran barrenderos, que por cercanía a su labor habían levantado sus «ranchitos» en los alrededores. Finalmente, aquella manzana donada a la Municipalidad en 1911 por el chacarero Leopoldo Rigoli para que realizaran una plaza tendrá su destino inicial.
Bienvenida sea esta transformación que sin duda será para el solaz del barrio. Caminaremos sus históricos adoquines que prometen mantener en la remodelación. Son un icono de la ciudad, que debido al progreso, suelen ser una novedad para muchos porteños.
Rosa de la Fuente
Cantidad de Caracteres 2085