¡Chau Piropo!
La palabra piropo viene del latín pyropus, que significa “rojo fuego” y los romanos la tomaron del griego para clasificar piedras preciosas de color rojo como el granate.
Quienes no podían regalar estas piedras a una mujer, recurrían entonces a regalarle lindas palabras elogiando su belleza; y así fue como nació la costumbre de lanzar piropos. Un piropo es como regalarle a una bella mujer un rubí.
Otra teoría, en cuanto al significado original de la palabra pyropus, introduce una pequeña variante y nos dice que significa “fuego en la cara”.
Sea cual fuere el origen, está claro que el piropo se utiliza a menudo como un arma de seducción, una lisonja, un requiebro, que provoca con frecuencia el sonrojo de la persona a la que va dirigido.
Pero ahora hay una ley dispone castigar al piropeador multándolo por «acoso callejero».
Y a propósito:
La historia vuelve a repetirse…(por las dudas omito aquí lo de: mi muñequita dulce y rubia)
En 1906, más precisamente el 28 de diciembre de ese año, el entonces jefe de policía Ramón Falcón hizo circular una ordenanza advirtiendo “que nadie sea molestado ni provocado con ademanes o palabras que infieran ofensas al pudor”. El acoso verbal, incluyendo los piropos, ya entonces era motivo de multa (50 pesos).
La finalidad de esta ordenanza era proteger a las Señoras y Niñas de los que “les eyaculan palabras al oído”, como escribió Oliverio Girondo.
Y fue así como nació el tango “Cuidado con los 50”, de Ángel Villoldo, que esgrime advertencias a los acosadores callejeros:
¡CUIDADO CON LOS 50!
Una ordenanza sobre la moral
decretó la dirección policial
y por la que el hombre se debe abstener
decir palabras dulces a una mujer.
Cuando una hermosa veamos venir
ni un piropo le podemos decir
y no habrá más que mirarla y callar
si apreciamos la libertad.
¡Caray!… ¡No sé
por qué prohibir al hombre
que le diga un piropo a una mujer!
¡Chitón!… ¡No hablar,
porque al que se propase
cincuenta le harán pagar!
Y al final aclara:
-Yo, por mi parte, cuando alguna vea,
por linda que sea, nada le diré.
Luis Alposta
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