Correo de Lectores

Sr Director:
Le solicito, tenga a bien poder reproducir en su Revista, ésta valiosa información.

Los valores en el Parque Avellaneda… se borran con el codo?

“Para esto es relativamente indiferente de que los valores sean según su manera de ser, aquí es importante sólo el papel que juegan ellos para los hechos”

Es fácil ver, que algo que es valioso para el hombre también puede existir sin que él tenga conciencia del valor. Apenas advertimos en la vida las cosas que en ella son imprescindibles, como la luz, el calor, el aire, que tienen para nosotros el máximo valor de utilidad y de vida. Aquí la conciencia del valor comienza sólo cuando nos vemos privados de ellas y por cierto, con angustiosa intensidad. Así, las amistades, los favores, la confianza y la entrega se toman sin consideración, sin conciencia propiamente valorativa, sin agradecimiento y reciprocidad, sin embargo lo demostrado tiene para nosotros su valor, incluso independientemente de nuestro sentimiento de valor, aunque con posterioridad, se le pueden abrir los ojos sobre ella al desatento. Aquí se halla una Ley fundamental del Parque Avellaneda con relación a los hechos ocurridos, en esta gestión de un significante desvalor, de las personas por el carácter irresoluto de esta Administración a cargo del Arq. Roque Saccomandi. No se puede o debe convivir ciegamente con esta a pesar de lo ciegos o faltos de valores que encontramos en dicho Parque.
El hombre no quiere lo contrario al valor por sí mismo, sino por algo valioso que se le presenta. No se roba para perjudicar sino porque se quiere poseer la cosa, pero la posesión de la cosa es valiosa para el que roba. No se engaña porque se quiere la desventaja del engañado, sino porque se quiere la propia ventaja. Incluso en el actuar por el placer del dañar siempre resta el valor del propio placer. Estos son valores de un orden inferior y el carácter de contravalor moral, consiste en preferir el valor inferior a uno muy superior, que ha dejado a un lado y lesionado. Lo moralmente malo es la inversión del orden de los valores en el actuar, en el querer, incluso ya en la intención. Lo moralmente bueno pese a disponerse en el sentido del valor superior.
Se puede caracterizar por tanto que toda actividad sociocultural en nuestro Parque se halla en un desvalor que alarma con una tendencia que apunta a lo que parece concreto y cercano creando un conflicto con los vecinos colaboradores. Pues la libertad limitada crea en la vida de todos los días, los valores inferiores en la cercanía concreta, lesionando por amplio margen a los valores superiores.
“En estos últimos años varios gobiernos hicieron anuncios y algunos de ellos se transformaron en obras. Muchas asociaciones vecinales plantearon reclamos y demandas y se obtuvieron algunas obras. Sólo Parque Avellaneda revivió el tejido social, construyó un nosotros y creó un ámbito de consenso para la gestión y el monitoreo de un plan que guió la ejecución de algunas obras y de muchos proyectos… Y todo a la vez, razonablemente, con bajo nivel de conflictividad. La ventaja de este compilado es que se puede leer en cualquier orden. Al final se tendrá una idea bastante aproximada del fenómeno. Un paso ulterior podría ser sumergirse en la misma práctica compartiendo con nosotros los gozos y dolores, las luces y las sombras del Parque Avellaneda” – Palabras del Sr. Roberto González Taboas. “En la recuperación del Parque Avellaneda”.
Pues lo valores en su validez ideal tienen su existencia, de hecho, independientemente de si están o no realizados y se perciben como valores de manera independiente de su realización
Que haya justicia en alguna parte del mundo, es totalmente indiferente al hecho ideal de que la justicia es algo valioso y en lo que concierne a este saber de lo valioso como tal, el hombre percibe, quizás con la máxima fuerza, la justicia allí donde él es testigo de una justicia indignante. Él siente el valor como algo que debe ser en contraposición a lo que realmente es, y este percibir se incrementa en la medida en que la realidad contradice lo que debe ser.
Cuando se habla del vecino y de su participación los problemas presentados por una pésima Administración, que lesiona con su hacer la voluntad de estos, con la falta de calidad, de ejecutividad negativa y desconociendo la Ley 1153 y todos los atropellos a las normas en general y en particular. Sumándose a estos aconteceres de los colaboracionistas de Cultura.
Quien suscribe conoce la forma maliciosa del accionar de éstos y su proceder junto al administrador, intercambiándose favores, los cuales desmerecen las funciones que en esta oportunidad les ha tocado.
Considero que “nosotros” los vecinos, imaginamos orientar con acciones en forma permanente y persistente la Ley 1153 en un largo, difícil y aún incomprendido proceso de asociación con el estado. Este sistema de Planificación Participativa y Gestión Asociada al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Legislatura. Operando con criterios de corresponsabilidad, previsibilidad, transferencia y consenso han consolidado su autoridad y prestigiado la práctica política alejándola tanto del clientelismo oportunista como de la confrontación y los conflictos sociales y culturales.
La utilización del Parque en los aconteceres de nula credibilidad, en su hacer y de un desvalor que raya obscenamente en el devenir de acontecimientos, a los cuales no podemos acostumbrarnos. Seguiremos luchando en forma enérgica y con garra contra los atropellos de este funcionario de escasa idoneidad con algunos empleados.
Nos sentimos incómodos de tener que juzgar a estos empleados, pero no repararemos hasta lograr los hechos de interés en preservación de nuestro querido Parque Avellaneda.

Arq. José Antonio Arias – José Enrique Rodó 4457 CP 1407 (C.A.B.A)-
LE 7. 596.024 – cel 153 244 1019 [email protected]
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